6:28 de la mañana abri la ventana de WhatsApp para ver tu estado, un magestuoso gallinazo me dió los buenos días, planeaba libremente por un crepúsculo, extendia sus alas dejandose llevar por el viento.
Toc toc tocó ahora en mi ventana, esa que nos mantiene conectados, que permite que vivamos en universos paralelos sin perder el hilo del uno y del otro, una preocupación rompía su armonia, irrigaba sus venas, expandía sus pulmones, le comprimía la espalda. Yo solo podía leerle expectante, imaginar sus ojos abrumados por el resplandor de esa luz incandescente, de un sol que no alumbra, que quema las alas del gallinazo libre, un día que a pesar de resplandecer se hunde en un plano oscuro, donde me sorprende como puede convertir en prosa el infierno de viernes.
Minutos después aparecieron sus crespos, se estaiban y se encogían a vaiben de sus pasos, colgaban de ellos dos resplandecientes caracoles amarillos color de sol que combinaban perfecto con el filtro de sus ojos, la mañana prometía la acostumbrada calidez del clima veranero, ese donde las nubes se difuminan sobre el celeste cielo, cual oleo sobre el lienzo, un lienzo infinito que termina en horizonte.
Toc toc tocó ahora en mi ventana, esa que nos mantiene conectados, que permite que vivamos en universos paralelos sin perder el hilo del uno y del otro, una preocupación rompía su armonia, irrigaba sus venas, expandía sus pulmones, le comprimía la espalda. Yo solo podía leerle expectante, imaginar sus ojos abrumados por el resplandor de esa luz incandescente, de un sol que no alumbra, que quema las alas del gallinazo libre, un día que a pesar de resplandecer se hunde en un plano oscuro, donde me sorprende como puede convertir en prosa el infierno de viernes.
Solo respira, digo en otro idioma, mientras evoco un momento sublime en el que el principito ve pasar los 43 atardeceres, "cuando la vida se pone melancolica solo basta esperar, ¿Esperar qué? Decía - esperar que se ponga el sol".